Ha dibujado toda su vida, por lo tanto, como muchos aficionados al dibujo, terminó siendo un creativo publicitario. Pero Dios sabe cómo hace las cosas y se ha encargado de darle la oportunidad de continuar dibujando no solo para divertirse él mismo, sino para entretener a otros a través de su cuenta de Instagram, sus murales o su viñeta diaria en el periódico. Ha tenido mucha suerte y ahora Anya se suma a eso, dándole la oportunidad de ilustrar una de sus maravillosas historias y entretener al público más maravilloso que puede haber: los niños.